Lectura, lenguaje oculto, símbolos, mensajes y secretos
Los brazos y las manos están firmemente apoyados en la tierra, todo el cuerpo descansa, de pronto sentimos la necesidad de inhalar y despegarnos de la tierra, sólo con el cuerpo, las plantas de los pies, los brazos y los hombros se aferran a la tierra, el pecho va en busca del mentón. Sin siquiera imaginarnos, nos hemos transformados en un puente, él está en nosotros y nosotros en él.
¿Pero que significa esta postura de nuestro cuerpo?
Miramos a los ojos de otro y sabemos que hay un puente, nos damos la mano, un abrazo, un beso, es un puente, hacemos el amor y es un puente.
El puente es rígido, tiene que soportar, pero para no romperse, tiene que flexibilizarse ¿les dice algo?
A través de un puente, llegamos, nos vamos, nos quedamos, siempre está ahí para darnos la oportunidad, nunca deja de haber un puente en nuestra vida.
Y si subimos al puente y este une los extremos de nuestra existencia, por debajo de él corre el río de nuestra vida, y si miramos para abajo vemos nuestro aquí y ahora, es límpido ¿podemos ver el lecho del río? ¿Divisamos cada piedra-instante de nuestro presente? O todo es turbio, y el no ver nos confunde. Sin embargo, nada nos asusta, porque desde el puente somos observadores, no jueces, no participantes. Solo miramos ¿para qué? Para conocernos, reconocernos, entender, no entender, sorprendernos. Ahora ya podemos cruzar y seguir nuestro camino.
Quien destruye un puente, se encierra, es su propio preso, no hay salida, la puerta da al vacío, pero al vacío físico, no al del espíritu.
Puente, realidad y poesía, una postura para disfrutar, para que nos lleve, como un puente, a todos esos pensamientos, sensaciones y vibraciones.
Lo desarmamos vértebra por vértebra y nos apoyamos en la tierra, sentimos nuevamente la textura y el calor de ésta, estamos de vuelta.
Daniel Pieczanski, para Fundación “Latitudes”¿Pero que significa esta postura de nuestro cuerpo?
Miramos a los ojos de otro y sabemos que hay un puente, nos damos la mano, un abrazo, un beso, es un puente, hacemos el amor y es un puente.
El puente es rígido, tiene que soportar, pero para no romperse, tiene que flexibilizarse ¿les dice algo?
A través de un puente, llegamos, nos vamos, nos quedamos, siempre está ahí para darnos la oportunidad, nunca deja de haber un puente en nuestra vida.
Y si subimos al puente y este une los extremos de nuestra existencia, por debajo de él corre el río de nuestra vida, y si miramos para abajo vemos nuestro aquí y ahora, es límpido ¿podemos ver el lecho del río? ¿Divisamos cada piedra-instante de nuestro presente? O todo es turbio, y el no ver nos confunde. Sin embargo, nada nos asusta, porque desde el puente somos observadores, no jueces, no participantes. Solo miramos ¿para qué? Para conocernos, reconocernos, entender, no entender, sorprendernos. Ahora ya podemos cruzar y seguir nuestro camino.
Quien destruye un puente, se encierra, es su propio preso, no hay salida, la puerta da al vacío, pero al vacío físico, no al del espíritu.
Puente, realidad y poesía, una postura para disfrutar, para que nos lleve, como un puente, a todos esos pensamientos, sensaciones y vibraciones.
Lo desarmamos vértebra por vértebra y nos apoyamos en la tierra, sentimos nuevamente la textura y el calor de ésta, estamos de vuelta.
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