La realidad de la India, aún existen las castas.....
Buscando fotos para el Hukamnama he encontrado este escrito, pienso que se acerca a la pura realidad, Las Castas existen y es en la bodas donde podemos darnos cuenta de ello, es una gran pena que aún no se entienda el Gran mensaje enviado por nuestro Amado Sri Guru Nanak Dev Ji.
He tenido la oportunidad de asistir a la boda de una amiga mía sikh* en el Punjab, noreste de la India. Las diferencias con lo que estamos acostumbrados a vivir son enormes, y más allá de las experiencias personales he querido hacer algunas reflexiones. Los colores y las olores se entremezclan con los pitidos y chillidos de las grandes ciudades, todos ellos entre multitud de los templos y los bazares. Y sobre todo, rupias. Todo en la India parece girar alrededor de estos billetes y moneditas con Gandhi como protagonista. Para rezar, se deben ofrecer diez rupias al libro sagrado. Para hacerse una foto con los novios, unas cuantas rupias más como obsequio. Y para bailar, lanzamos billetes al cielo para que nos traiga buena suerte. Os aseguro que bailar encima de billetes no es nada agradable, y mucho menos si los criados de alrededor se abalanzan a tus pies para recogerlos. “Respeta las tradiciones de allí, aunque no te gusten” resonaba en mi cabeza el consejo de mi madre. Pero las ganas de bailar se me quitaban igual, aun viendo la felicidad y el ritmo de la música bhangra y punjabi a mi alrededor. El dinero se tiene que ostentar, una boda de la casta superior sikh debe ser por todo lo alto: limusina, banquete, y todos los rituales y preparativos necesarios para dejar satisfecha a la familia e invitados. Y es que a pesar de lo que diga la ley, la existencia efectiva de las castas es todavía muy importante en India. Los criados son de castas más bajas, como la casta de los que llevan el agua. Además, muchos trabajadores del sur, de piel más oscura y rasgos distintos a los punjabis, emigraron al Punjab para cultivar las grandes propiedades de tierras de los jâts** y prosperar, puesto que tradicionalmente ha sido uno de los estados más ricos del país. Pero los jâts no tienen porqué ser ricos, a pesar de pertenecer a esta casta. Sí perciben rentas por sus tierras o bien viven de ellas, pero a veces no es suficiente para subsistir. Muchos han emigrado a países como España, donde aun con trabajos poco cualificados pueden ahorrar para posteriormente viajar a India y mantener un nivel de vida que corresponda con el de su casta. Me refiero a que, aunque aquí no tengan un buen trabajo, en su país sí serán vistos como ricos y actuarán como tal. La hospitalidad es algo que también se debe destacar. Se ofrece té (chai) allá donde vayas, comparten comida o lo que tengan contigo. Hablo desde la óptica de una joven blanca turista, pero las cosas no son tan distintas entre ellos, por lo que pude ver. En los países occidentales hemos perdido esta curiosidad, ganas de conocer gente y compartir las cosas con los otros. El individualismo es la idea dominante, por lo menos en Europa. Cuesta entablar amistad o hacer favores a personas que no conoces, ya que no te reporta ningún beneficio. Sin embargo, qué felicidad al hacerlo! En India las personas sonríen, charlan, hay un barullo constante, mientras que en Europa escuchamos música con nuestro I-Pod o navegamos por Internet con nuestro móvil. No es que ellos no lo hagan –el uso del móvil es increíble en India-, pero el talante es distinto. Las grandes ciudades son muy diferentes a los pequeños pueblos. Es un caos enorme, ríos de gente, pitidos de rickshaws, motos, vacas, monos y autobuses que circulan sin ningún tipo de orden. Blow the horn, rezan los camiones en su parte trasera. Todo el mundo ofrece cosas para vender. Cuesta creer que la economía india esté creciendo con porcentajes tan elevados, porque realmente no parece que haya una organización económica que lo favorezca. Dejando a un lado la inmensidad de la economía sumergida, los comercios son la base de la ciudad. En una zapatería te pueden atender cinco personas, e incluso el vecino si está por allí. Los jóvenes y no tan jóvenes recogen chatarra y metal para refundirlo. Ni siquiera en Delhi me pareció ver actividades económicas que pudieran responder a esas cifras increíbles de crecimiento. Todo es muy precario, las infraestructuras están degradadas, y muchas de las personas con buenos conocimientos y estudios emigran del país. La agricultura y la industria son el motor del desarrollo, pero esto debería reflejarse en la vida de los ciudadanos. Ha habido recientemente manifestaciones por la subida del precio de los productos y también en contra de la corrupción, por lo que parece ser que por lo menos son conscientes de ello. Voilà una fuerza tremenda para hacer avanzar el país. El rol de turista occidental no es fácil de llevar, sobre todo en las ciudades. No es ya el hecho que todo el mundo te observe, sino que sabes que dejas una impresión en ellos, cierta admiración en muchos casos, porque somos una muestra del mundo occidental. Pero no deberíamos ser un ejemplo para ellos, para los hindúes. Tienen que desarrollar una sociedad en base a sus características, a la viveza de su gente y al aprovechamiento de sus capacidades. En Europa se vive bien, es verdad, ¿pero somos felices? La clase media puede tener muchas comodidades, sin embargo, ¿sabemos disfrutarlas? Vivimos rodeados de consumismo, de ocio insulso, de televisiones espantosas, de valores poco extendidos. Por no hablar de las desigualdades y de las altas tasas de pobreza. ¿De veras es esto lo que queremos exportar? El crecimiento de la India es beneficioso si esto reporta una mejor calidad de vida a sus ciudadanos, si pueden optar a trabajos menos gravosos y seguir siendo felices con sus tradiciones. La vida en la calle y la amistad con el vecino es algo maravilloso que apenas encontramos ya en nuestras ciudades. En la India hay una mezcla de religiones y lenguas que deberíamos admirar, una variedad y riqueza –y aparente pacifismo y buena convivencia- que son toda una lección para mí. Por eso me siento incómoda al notar cómo algunos querrían ser como nosotros, y no sé cómo decirles que no, que mejorar las condiciones de vida y mitigar la pobreza sí debe ser un objetivo, pero no desarrollar sociedades apáticas como las nuestras. Tienen un porvenir en el que nosotros no debemos intervenir, sino apoyar para que puedan crearlo a su manera. *Religión practicada por el 2% de la población de la India, mayoritariamente concentrada en el Punjab. Se diferencian, entre otras cosas, por sus turbantes (no pueden cortarse el pelo) y barbas, y por llevar un brazalete plateado. **Casta agrícola sikh, la más alta. Fotografía de Mireia Chavarria
http://www.loshijosdelamalinche.com/opinion/sat-sri-akal